Mapas parciales de las etapas de la que se llamó
RUTA DE LA RECONQUISTA,y transcripción de un artículo de Mariano Olivar González,publicado en la revista VÍNCULO, de la ULC, en otoño de 1961.El recorte del artículo ha sido recuperado por Ricardo Veroz, que lo ha incluído en un fichero, precioso conjunto de recortes de periódicos, que con el título "Gúlmont en la prensa (1961 - 1971)" reconstruye lo principal de la vida del Grupo.
Los mapas parciales se han escaneado del MAPA DE LAS RUTAS IBÉRICAS, de Mariano Olivar, en el que estan marcados con trazo recto los trayectos que corresponden a cada una de las etapas que anduvieron entre el 1 y el 23 de julio de 1961 los RI-MA-SA (Ricardo Veroz Herradón, Mariano y Santiago Pérez Gago), desde CÓRDOBA hasta ÁVILA, y por Rodolfo Fernández Rodríguez, Mariano y Santiago, desde ÁVILA hasta SAMA DE LANGREO, trazando "UN RASGO EN LA PIEL DE ESPAÑA", de Sur a Norte. Las veintitrés etapas se reflejan conjuntamente en el mapa del final, aunque alguno de los tramos puede corresponder a dos etapas, ya que resultarían excesivamente largas y otras parecen escasas. Pero el conjunto responde a la realidad. Este artículo es continuación (segunda parte) del que se publicó en este 'blog' con el título "Las rutas ibéricas de Mariano Olivar González".
De las flores de Linares al risco de Covadonga • Es cierto que sólo en la juventud se pueden hacer tales cosas. En tiempos peores tendremos para contar a nuestros nietos. • No conozco nada más cruel que un torrente abrasado por su propia sequía. Es muy poderosa la juventud. Nadie duda de su eficacia; he oído muchas veces que en nosotros están las esperanzas. Pero puede más, es más capaz cuando a esta juventud la dirige un ideal poderoso. En esta vida de precisión matemática, de horario riguroso, no es extraño que se busque un poco de evasión, desasosiego, preocupaciones físicas más que intelectuales: expansión. Así cabalmente nació en la Universidad la Agrupación Laboral Universitaria de montañeros, G. U. L. MON, que haciendo retumbar las sierras lindantes con sus pasos, se estremecía a sí mismo de sano júbilo al contacto con la naturaleza. Un día las salidas habituales a la Sierra de Córdoba vinieron estrechas a nuestra ilusión ilimitada. Por eso con nuestro pie llegamos a saludar personalmente tras un grato camino a la Giralda, alegre como un junco en las aguas del Guadalquivir. Diez muchachos guardamos diferentes recuerdos, muy gratos todos, de esa Semana Internacional y Santa de Sevilla. Sin embargo no quedaba ahí nuestra meta. Pusimos mucho más lejos nuestros propósitos, para muchos quijotescos; imposibles para otros. Todos se equivocaron porque son ilimitados los horizontes de lo humano y solo los jóvenes podem0s realizar lo aparentemente imposible. Cada día vencido en nuestro Diario escrito y, al ir afianzando nuestros pasos, teníamos por una parte, la satisfacción de lo desconocido y por otra el pícaro gozo de ir realizando nuestros propósitos en contra de cuerdas e inveteradas predicciones. Nos entusiasmó de tal modo nuestro proyecto -casi de mar a mar- que, a pesar de todas las contrariedades, jamás dudamos que nuestra empresa venía justa a nuestra juventud. Teníamos además la gran ilusión de saber palmo a palmo, esta España tan porfiada en conquistas y reconquistas. Estábamos dispuestos a devolver por nuestros propios pasos los vientos que airearon la bandera de la unidad de España, nacidos justamente allí en los valles cántabros, lugar de nuestra meta. Esto, junto con un deseo de dar a conocer nuestra Universidad, era el centro de nuestro anhelo. ¿Hay algún modo mejor de conocer España que sufrirla y lucharla paso a paso?. En esta lucha de fatigas le hemos hecho un rasgo de sur a norte, no un trazo sangriento que mermara sus fuerzas, sino una ruta de fuertes pasos que al sentirlos la alegrasen de nosotros. De esa manera queríamos darnos a conocer a España, sin rodeos, explicarle nuestra condición afortunada de universitarios laborales, de futuros trabajadores que algún día no lejano van a sudar por ella y reemplazar a quienes hoy se afanan. Es caso curioso que, quienes hoy con su sacrificio y trabajo están contribuyendo al resurgir de España, no conozcan las Universidades, siendo los que más necesitan de ellas. Allí también es necesario que lleguen cuanto antes las ventajas de estas organizaciones laborales universitarias. Me pareció más necesitada del beneficio de la enseñanza la numerosa juventud de los centros rurales. Pues bien, nosotros con nuestro caminar dimos la noticia encontrando siempre la acogida abierta de estas buenas gentes que llenan nuestros campos. De muchos rincones alejamos la niebla y alzamos mucha esperanza. A mi regreso a la Universidad me han preguntado muchos si la excursión había dado el resultado apetecido; si la volvería a hacer. Les contesto de dos formas; una, el mero hecho de haberme decidido a escribir estas lineas; de la otra hablarán los resultados de la excursión del próximo verano. Invito a mis compañeros a nuestra compañía, no sólo con sus felicitaciones y admiración, sino también con sus decididos pasos. No es difícil. Son necesarias dos cosas solamente; querer conocer mejor a España para amarla más y dejarse guiar por las palabras del poeta: "Caminante, no hay camino;
se hace el camino al andar." No olvidaré nunca las palabras de nuestro buen compañero Guillermo Narváez, de profesión hojalatero, a quien ayudamos en su oficio trayendo y llevando cazos y sartenes: "El caminar siempre sin lugar fijo y definitivo no es tan penoso como vosotros creéis, no se debe mirar nunca atrás ni adelante, el camino hay que hacerlo cada uno en la vida. Por otra parte, nos decía, la libertad es lo más grande que tenemos y de este modo somos del todo libres". ¡La vida es el camino actual!, ¡qué decisivo es esto y cómo se parece a las palabras arriba citadas de nuestro poeta que nos sirvieron junto con la Virgen del Camino de señal y consigna diaria!. Y es verdad, compañeros universitarios, andando por España y viendo tanta vida, se aprende también a andar y a vivir. Mariano Olivar
Ni la memoria ni las palabras pueden reproducir el millón de sensaciones que la luz, los colores, cada olor y cada roce de piedra, de viento o de mata, cada intercambio de saludo con la gente del camino, nos hicieron experimentar la vida en cada uno de aquellos instantes de cada día del Gúlmont. Aquello fue importante. | 
